Lunes 4 de Diciembre, 2023

“Pero yo confío en tu gran amor; mi corazón se alegra en tu salvación.
Cantaré salmos al Señor, porque ha sido bueno conmigo”.
Salmo 13:5 (NVI)

Estaba pasando una temporada difícil y trataba de entender el porqué, pero lo único que podía ver eran mis circunstancias rodeándome como fuertes olas, sin darme descanso. Me di cuenta de que no tenía que orar para que Dios cambiara mis circunstancias, sino más bien, tener la humildad de preguntarle al Señor “¿qué necesito aprender?”. A través de esa circunstancia, Dios vino a mi encuentro y me cambió.

Los problemas aparecen en nuestras vidas sin previo aviso, vienen en forma de pérdida, divorcio, muerte, enfermedad, abandono, escasez, etc., pero si le permitimos, Dios trabaja en nuestro sufrimiento y a través de él. El Señor no nos envía los problemas, pero se vale de ellos para que hagamos un balance interno y comprobemos en quién estamos confiando realmente en esos momentos: ¿en nuestras habilidades para resolver los problemas, en nuestros recursos limitados, en nuestros títulos y capacidad intelectual, o en quien debería ser siempre nuestra primera opción, en Dios?

Quiero compartirte lo que a mí me ha ayudado cuando he tenido que pasar por situaciones adversas e inesperadas. Por supuesto, no hay una fórmula que aplique a todas las circunstancias, y además, Dios obra con cada uno de nosotros de forma diferente, pero esto te ayudará a ver tu situación con esperanza:

1. Reconoce tu sufrimiento.
Puede parecer tonto, porque cuando alguien o algo nos lastima, rápidamente nos damos cuenta de que estamos dolidos. Sin embargo, el punto aquí es que lo que generó el problema no es realmente el problema. Lo que sucedió solo te ha permitido exponer lo que había dentro de ti. Dicho de otro modo, el problema no es, por ejemplo, que te hayan diagnosticado con una enfermedad, sino el sufrimiento y el dolor que te generó esa noticia. ¿Confiaste plenamente en Dios o te preguntaste: “¿Por qué a mí?”, “¿Por qué siempre me pasan cosas malas?”, “¿Por qué me siento solo?”, “¿Por qué me siento abandonado?”. Ahí radica el verdadero problema, y Dios está más interesado en sanarte interiormente y en que tengas vida eterna.
Entonces, reconocer el sufrimiento implica ver interiormente cuáles son los pensamientos y emociones que se generaron a raíz del problema.

2. Busca a un consejero, pastor, un amigo sabio o alguien de suma confianza que haya pasado por lo mismo que tú.
No te encierres en ti mismo, porque el enemigo quiere que te sientas solo y abandonado, incluso por el Señor, y por supuesto, no quiere que recuerdes Sus promesas. Compartir es clave en momentos de mucho dolor.

3. Ora y lee la Biblia.
Aunque parezca que no tienes fuerzas para hacerlo, es ahí donde se librará la verdadera batalla. Cuéntale a Dios lo que estás viviendo; él ya lo sabe pero es una manera de entregarle tu situación. Luego adora, canta y lee algún versículo que te haya sido de bendición. Por último, escucha a Dios susurrando a tu corazón, abrazándote, consolándote. Aunque no sientas nada, yo la mayoría de las veces no siento nada sobrenatural, pero cuando me pongo en pie, algo dentro mío ha cambiado.

4. Busca Su presencia a tu alrededor.
No te imaginas las veces que la Creación de Dios me sostuvo. Sal ahora afuera, mira por la ventana o a tu alrededor. ¿Qué ves? El cielo aún está allí, las aves siguen volando, tú aún respiras, ¡sigues vivo! La gratitud cambia nuestra manera de pensar. Nuestra pequeñez nos dice que no lo lograremos, pero mirar a nuestro alrededor con gratitud nos asegura que, con Dios, lo lograremos. Su amor nos envuelve, y eso lo cambia todo.

5. Te vas a encontrar con Dios.
Lo más difícil de la vida cristiana es mantener nuestro corazón puro, sin rencores, resentimientos o falta de perdón, y ser renovados en nuestra mente a diario, entregando los pensamientos negativos que nos limitan. Saber que conocer la verdad nos hará libres es fundamental.

En el dolor:
. aprendemos a confiar en Dios,
. nuestra fe crece,
. en nuestra debilidad, somos fuertes porque estamos anclados en Él,
. Dios nos envuelve de valentía para continuar,
. nos llena de su amor,
. nos recuerda que es soberano y que nada nos pasará que Él no permita,
. nos sostiene,
. nos asegura que no estamos solos.

Muchos Salmos hablan de sufrimiento y surgen de un corazón afligido. En ellos encontrarás la búsqueda del salmista por consuelo. Ellos encontraron al Salvador en medio de su dolor y confusión. Tú también lo harás. Te voy a compartir algunos Salmos para que los leas en voz alta y los uses como parte de tu oración. Son siete, uno para cada día de la semana. Estoy usando la versión NBLA, pero puedes usar NVI, TLA, RVR1960, etc.:

  • Salmo 13 – Plegaria de un afligido
  • Salmo 27 – Confianza absoluta en Dios
  • Salmo 91 – Seguridad del que confía en el Señor
  • Salmo 121 – El Señor, guardador
  • Salmo 131 – Humilde confianza en Dios
  • Salmo 139 – Omnipresencia y omnisciencia de Dios
  • Salmo 143 – Oración pidiendo liberación y guía

Oración
Hoy estoy orando por ti.
Señor, conoces el sufrimiento de mi querida hermana; ella siente que ya no tiene fuerzas para seguir adelante. Las circunstancias que la rodean parecen estar a punto de hundirla. Pero hoy, recuérdale que la sostienes, la ayudas y la amas profundamente. Y aunque las circunstancias no cambien, Tú eres soberano y tienes un propósito con mi querida hermana. Aunque ella no pueda verlo, Tú estás obrando en su vida. En tu precioso nombre, amén.
 

Compartir

Liliana Gebel

Liliana Gebel es una reconocida influencer, líder y autora.

Es Asesor en Salud y Nutrición y tiene un Diplomado Plant Based Chef, que la ha ayudado a llevar una vida más saludable. Es también Coach de Vida y ha aplicado...

Leer más