Lunes 25 de septiembre, 2023
Hace un tiempo, leí un artículo que me impactó enormemente. En este se hablaba sobre un estudio realizado por un grupo de científicos de la Universidad Keio de Japón, para demostrar que el corazón del ser humano no solo determina nuestras acciones fisiológicas, sino también nuestras emociones.
Otros estudios, como uno llevado a cabo en la Universidad de Sussex, en Reino Unido, también lo han corroborado. Incluso los expertos han ido más allá, explicando que el corazón tiene que ver también con nuestro cerebro. Estos investigadores comprobaron que el funcionamiento del corazón está relacionado con el carácter que mostramos y con nuestra conciencia interoceptiva, es decir, con la manera en que nuestro cerebro interpreta las señales de nuestro cuerpo. Esto demuestra, una vez más y de manera científica, que somos un TODO, donde cada parte depende e interactúa con las demás.
Todo está interrelacionado: el estado físico y emocional de nuestro corazón influye en nuestra salud cardíaca y en la manera en que tomamos decisiones. Aunque hay otras zonas que intervienen en la forma en que actuamos, nuestro músculo cardíaco también tiene mucho que ver. Por ejemplo, si nuestro corazón está fuerte y bombea suficiente sangre, cada parte de nuestro cuerpo funciona mejor, empezando por el cerebro. Por lo tanto, tendremos una mente más clara, lúcida, estaremos emocionalmente más estables, nuestros actos serán más responsables, nuestra memoria funcionará mejor, tomaremos decisiones más acertadas e incluso ¡podremos descansar mejor porque nuestro ciclo de sueño será saludable!.
En cambio, con un corazón débil, nuestro cuerpo será como un vehículo con escasa gasolina: el cansancio se apoderará de nosotros y nuestra mente funcionará con dificultad. Podemos experimentar lagunas en nuestra memoria, olvidarnos de todo con facilidad, perder el conocimiento, pasarnos la vida somnolientos y sin claridad para tomar buenas decisiones. Seguramente estaremos irritables y es probable que caigamos en una profunda depresión.
Hay muchas situaciones en la vida que pueden hacernos perder el aliento o romper nuestro corazón en mil pedazos. Pero, así como debemos alimentarnos bien para mantener nuestro corazón físico saludable, también tenemos que alimentar nuestro corazón espiritual.
Cada situación que enfrento en la vida, siempre presto atención a cómo está mi corazón. Realizo una evaluación diaria: ¿siento dolor, resentimiento, falta de perdón? Por algo, en Proverbios 4:23 (NVI), se nos recuerda: “Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida”.
¡Cuántos problemas nos evitaríamos si expusiéramos cada día nuestro corazón ante el Señor y permitiéramos que Él sane nuestras heridas! Pero qué difícil resulta ceder el control y dejar que Dios se encargue. Ya no tienes que levantarte cada mañana rogando que Dios conteste esa petición, solo debes entregarle tu corazón, pedir perdón por tu falta de fe y descansar, sabiendo que Dios no solo nos dará lo que necesitamos, sino lo que es mejor para nosotros. Solo debemos adorarlo y cuidar nuestro corazón; Él se encarga del resto.
Oración
Señor, ayúdame a acercarme diariamente a tu presencia y a poner ante ti mi corazón herido, para que tú lo sanes y yo aprenda a depender absolutamente de ti. Te entrego un corazón rendido a ti, que solo quiere adorarte y ser lleno de tu presencia.
Tomado del libro “Busca tu propio Ángel”.
Liliana Gebel