domingo 31 de Diciembre, 2023
“Confía en el Señor con todo tu corazón y no te apoyes en tu propio entendimiento. Reconócelo en todos tus caminos y Él enderezará tus sendas”.
Proverbios 3:5-6
Un nuevo año, comienza. Todos nos sentimos motivados a empezar nuestras páginas en blanco de este nuevo año, con gran expectativa. Nos encontramos como en el primer día de clase, abriendo nuestros impecables cuadernos, libros y lápices nuevos. Algunos comenzamos más esperanzados, deseando que este nuevo año, no sea como el anterior.
Sin embargo, no importa cuál sea nuestra percepción del nuevo año, a menudo, no nos damos cuenta de que seguimos arrastrando año tras año, las mismas creencias limitantes, malos hábitos y pensamientos negativos; pensando que un nuevo año, cambiará mágicamente todo por nosotros.
Muchas veces, la raíz de nuestras preocupaciones, no son los problemas por los que estamos atravesando, sino más bien el filtro con el que miramos aquello que nos sucede. Cuando reflexiono sobre mi vida, y pienso en los momentos difíciles que he vivido, como la muerte de un ser querido, un aborto espontáneo, la traición de una amiga, etc., me he dado cuenta de que mi tristeza, se debía a que las cosas no habían salido como yo esperaba.
Profundizando más, me percaté que me costaba confiar en Dios en medio de las circunstancias adversas. Llevaba mi preocupación o dolor en oración ante el Señor, pero sentía que no podía deshacerme de esos sentimientos. En esos momentos de dificultad, he aprendido mucho acerca de cómo confiar en Dios, sin reservas, y de todo corazón.
A propósito de esto, recordé cuando era una niña de unos 6 años, y vino a mi memoria una conversación que mis padres estaban teniendo en la cocina. Él le estaba diciéndole a mamá que tendría que comprarse un traje, puesto que el suyo estaba muy gastado y no era adecuado para servir los domingos en la iglesia. También tenía que ir a su trabajo vestido con traje, así que era imperativo comprar uno. Éramos pobres, no había mucho dinero para ropa nueva, pero teníamos la bendición que algunos hermanos de la iglesia, nos regalaban ropa a mis hermanas y a mí. Para mí, era una petición muy simple; la respuesta estaba a una oración de distancia. Así que esa noche, durante la cena, cuando oramos en familia pidiendo la bendición por los alimentos, pedí dirigir la oración y en una manera simple y sincera, como se puede esperar de una niña de 6 años, dije: “Señor, dale a mi papá (no un pantalón) sino diez, ¡así se deja de molestar!”. Todos estallaron en risas, pero mi oración estaba cargada de fe, con la convicción de que así sería. Cenamos y ya no pensé más sobre el tema. En el transcurso de esa misma semana, mi papá fue a su trabajo y una empleada del lugar, le dijo que su esposo había fallecido hace ya un tiempo, pero recién ahora quería deshacerse de su ropa, y ¿sabes qué? ¡Le quería regalar a mi papá 10 trajes completos!
Quiero tener la fe de esa niña, con la certeza de que Dios contestará en su tiempo y sin ningún tipo de preocupación, porque todo está en Sus manos. Aún, cuando la respuesta no llegue, quiero confiar en que el resultado será lo mejor para mí. Recordar a esa niña, me hizo querer tener esa fe, una fe que hace que no me preocupe por nada, más bien da gracias por todo.
Él es un Padre amoroso, que siempre se preocupa por mí.
Los tiempos difíciles pueden servir para hacernos conscientes de nuestra necesidad de Él, porque es fácil caer en la autosuficiencia. En vez de apretar los puños y tratar de tener el control, cuando me dirijo a Él en oración, simplemente necesito presentarle mis preocupaciones y luego descansar, sabiendo que no tengo el control de nada, y no tengo que tener todas las respuestas. Solo necesito aprender a escuchar, y ser sensible a los pasos que dar.
Dios nos invita este nuevo año, a tener la fe de un niño; disfrutando del viaje, ya que vamos caminando tomadas de Su mano, y nada, absolutamente nada, nos puede arrebatar de su palma. Entonces, ¿por qué preocuparse? No hay dificultad, ni situación adversa, que pueda apartarte del propósito que Dios tiene para tu vida. Vayamos con total humildad en oración, dejando todas nuestras preocupaciones ante Él, y disfrutemos de esta travesía llamada vida, tomadas de la mano del Padre.
Piensa en alguna preocupación que tengas y decide no preocuparte más.
Si te ayuda, escríbelo. La ciencia nos enseña que existen diferentes maneras de activar la corteza prefrontal, el centro de control del pensamiento en nuestro cerebro. Y cuando escribimos, usamos nuestro cerebro pensante, obligándolo a pasar de emociones a pensamientos. Por eso, es tan productivo escribir lo que nos preocupa. Luego será más fácil entregar en oración ese problema y dejarlo ir, sabiendo que Dios a su tiempo contestará.
Ya no es importante tener una respuesta, sino una relación con Dios y la plena certeza de que él, camina a nuestro lado.
Oración
Señor, te doy gracias por tu presencia en mi vida. Elijo confiar en ti en lugar de tener el control. Gracias por recordarme que no necesito tener todas las respuestas para seguir adelante. Tú me cuidas, y pensamientos de bien tienes para mí; eso es suficiente. Ayúdame a fijar mis ojos en tu fidelidad, me rindo y me entrego a ti sin condiciones. Ayúdame a tener la fe de una niña. Amén.