Nunca es tarde para cambiar

Nuestra salud es nuestra responsabilidad. Primero comienza el cambio de mentalidad y luego cambia nuestra conducta. La idea es modificar los hábitos por convicción, antes de tener que hacerlo por prescripción médica.

Lo primero que debes tomar en cuenta y convencerte es que cualquier cambio para mejorar nuestro estilo y calidad de vida vale la pena y hacerlo a la edad que sea. He escuchado a muchas personas de 40, 50 o 60 años diciendo que ya no vale la pena dejar de fumar, cambiar su estilo de alimentación o comenzar a ejercitarse, porque están “demasiado viejos” para empezar con eso. Déjame decirte que “mejorar”, en cualquier sentido, nunca es una pérdida de tiempo.

Nunca es tarde para comenzar a hacer bien las cosas, para comenzar a hacer ejercicio, practicar algún deporte, aprender algo nuevo, cambiar los horarios, dormir mejor o empezar a nutrirnos como corresponde. ¡Escuché que hay personas que a sus 90 años corren maratones! 

Hace poco, visité Miami Beach y me encantó ver a un señor bastante mayor trotando suavemente por la playa. Me llamó la atención verlo acompañado de un grupo de jóvenes y algunos adultos que iban al paso con él. Cuando pregunté quiénes eran, me contaron que el señor comenzó hace apenas un par de años a caminar para recuperarse de una cirugía. Poco a poco fue mejorando hasta comenzar a trotar. Cada día había personas que se sorprendían al verlo cómo iba mejorando, poquito a poco, con mucha paciencia, con su actitud positiva y constancia. Él motivó a quienes lo observaban a actuar y por eso se han ido sumando y lo acompañan en su rutina diaria. No les importa no avanzar a la velocidad que ellos podrían hacerlo si estuvieran solos, pues lo que están haciendo es motivarse mutuamente, gracias a ese anciano “líder” que, sin darse cuenta, creó un hermoso grupo de deportistas. ¡Qué ejemplo más inspirador! Si él puede lograrlo y contagiar a otros, ¿por qué tú no?

Lo difícil no es cambiar un hábito, sino mantenerlo en el tiempo. Los cambios tienen que ser paulatinos para poder sostenerlos. No es aconsejable realizar cambios muy drásticos, porque no podrás cumplirlos. Comienza con uno sencillo y poco a poco ve sumando nuevos desafíos. Cambia una cosa a la vez; cuando sientas que ya incorporaste ese nuevo hábito, prueba otro y así, a medida que te vas acoplando a tu nuevo estilo de vida.

Sé flexible, si un día te equivocaste y comiste algo que no debías, vuelve a intentarlo al día siguiente. Cuando se quiere cambiar un mal hábito hay que reemplazarlo por otro bueno. Esa es la clave.

Una vez que logras cambiar tus hábitos y tienes el control de tu alimentación, inevitablemente mejora tu autoestima. No hay nada como sentir que podemos conseguir nuestros objetivos y que vemos resultados concretos en nuestro día a día: en la manera en que podemos realizar las actividades de manera más fácil, que nos sentimos mejor, que disminuimos la cantidad de medicamentos, que tenemos más energía, dormimos mejor, nuestro ánimo es más positivo, etc. Eso es la prueba de nuestro dominio propio y de poner en marcha nuestra voluntad. ¡Se siente muy bien!

Muchos dicen que un hábito tarda 21 días en adquirirse, otros expertos, en cambio, aseguran que se necesita al menos 90 días para asentarlo como parte natural de nuestra conducta. Pero no hay algo determinado, si el hábito que se desea cambiar es muy marcado, puede tardar más. No importa cuánto te tome. Sigue en tu propósito, contra todo.

Compartir

Liliana Gebel

Liliana Gebel es una reconocida influencer, líder y autora.

Es Asesor en Salud y Nutrición y tiene un Diplomado Plant Based Chef, que la ha ayudado a llevar una vida más saludable. Es también Coach de Vida y ha aplicado...

Leer más