Una de las primeras lecciones que me sorprendieron cuando comencé a estudiar formalmente todo lo relacionado a cómo llevar una vida saludable fue enterarme de lo importante que es para todos y a cualquier edad dormir lo suficiente y tranquilamente, sin interrupciones. Al principio pensé que quizá era una exageración. Sin embargo, cuando comencé a ponerle más atención a quienes venían a mí con problemas de salud, de trabajo o de relaciones con sus hijos o sus parejas, me di cuenta de que además de la mala alimentación y de la vida sedentaria que llevaban, se repetía otro elemento en común: el desorden de sueño.
Ocurre que cuando somos adultos, el ajetreo diario, las obligaciones, el exceso de actividades y la falta de disciplina nos van pasando la cuenta. Sentimos que le faltan horas al día para cumplir con todo y terminamos sacando tiempo de la noche para realizar esas tareas.
También, muchos adoptamos la mala costumbre de ver televisión o revisar correos y redes sociales en la computadora antes de dormirnos. Pues todas esas actividades, lejos de ayudarnos a calmarnos y prepararnos para un descanso realmente reparador, nos ponen en alerta y menos logramos conciliar el sueño. Y dormir BIEN es vital para la salud de nuestro corazón y de nuestro ser completo.
De entrada, los adultos deberíamos dedicarle entre seis a ocho horas al descanso nocturno. Y lo ideal es que ocurra en un horario fijo, entre diez de la noche y seis de la mañana, más o menos. Esto no es un discurso médico que se nos dé porque sí. Ocurre que durante la noche y en esas horas de sueño se producen todos los procesos químicos en el cuerpo para repararse, pero sobre todo cuando se restablecen los neurotransmisores, como la serotonina, la cual controla el buen estado del ánimo, la estabilidad, la sensación de bienestar y la que nos ayuda a mantener el equilibrio para no sufrir ansiedad y problemas cardiacos. Por eso, siempre que alguien me consulta sobre mis principales consejos para reponer el cuerpo, el alma y la mente, en el top five está el dormir bien.
Si sientes que tienes constantes problemas para conciliar el sueño, te recomiendo que busques ayuda profesional. Descansar es vital para un corazón sano. “En paz me acostaré y así también dormiré; porque solo tú, SEÑOR, me haces habitar seguro”, (Salmos 4:8).