Lunes 19 de febrero, 2024

“Deléitate en el Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón. Encomienda al Señor tu camino; confía en él y él actuará”. Salmo 37:4-5 (NVI)

Creo que a todos los que nos hemos involucrado en una iglesia cristiana se nos ha enseñado, desde el ABC, lo importante que es orar y comunicarnos con Dios. Oramos dando gracias por los alimentos, antes de ir a dormir, antes de ir al trabajo, etc. Es algo que los cristianos solemos hacer con regularidad. Asimismo, solemos hacer oraciones de gratitud, una vez que vemos que nuestras peticiones son contestadas.

El tener un devocional diario, donde le dedicamos tiempo al Señor en oración y estudiando su Palabra, es un muy buen hábito, a través del cual experimentamos su presencia y crecemos espiritualmente. Pero te estoy proponiendo ir más allá de una oración amistosa y correcta; te estoy animando a una búsqueda persistente, solo para buscar el rostro de Dios. Buscar más del Padre, más de Jesús y más del Espíritu Santo.

Algunos argumentan que están muy ocupados para separar tiempo para orar. Otros oran, pero mientras realizan sus actividades. Yo era una de esas personas; solía estar todo el tiempo en comunicación con el Señor mientras iba conduciendo el auto, haciendo mis quehaceres en el hogar o haciendo gimnasia. Estoy segura de que esas oraciones llegaban al Señor y me ayudaban a estar conectada con Él, pero no podían ser la manera de tener una relación de intimidad con el Señor.

Imaginemos que nuestro cónyuge, hijos o amigos nos dicen que les gustaría pasar más tiempo con nosotros porque necesitan contarnos algo que les preocupa. Les decimos que somos personas muy ocupadas, pero que podemos pasar tiempo juntos mientras estamos haciendo las cosas de la casa, trabajando o estudiando. Que podemos hablar mientras cocinamos o mientras caminamos por las góndolas del mercado, buscando nuestros productos. Creo que, con estas acciones, les estaríamos diciendo que no podemos dedicar un tiempo especial para ellos. Que no consideramos a esa persona lo suficientemente importante como para dejar de lado nuestras actividades. ¿Crees que la persona se sentirá feliz? Por supuesto que no; ella necesita que le concedas un tiempo especial.

De manera similar, muchas veces hacemos lo mismo con el Señor: le damos la sobra de nuestro tiempo, con oraciones apresuradas, listas de peticiones que tienen que ser contestadas lo más rápido posible porque, si no, nos deprimimos y frustramos al sentir que Dios no nos escucha. ¿De verdad? ¿Esa es la clase de relación que quieres tener con el Señor?

Debemos tener más que una relación casual con Dios. Debemos tener un clamor intenso en nuestro corazón por conocerlo más, por tener la mente y el corazón de Cristo, como dice 1 Corintios 2:16: “más nosotros tenemos la mente de Cristo”. Él nos ama y desea que pasemos tiempo a solas en su presencia.

Al comenzar el día, la oración debe ser nuestra prioridad porque ese será el tiempo más importante a lo largo de nuestro día. El Señor no quiere ser un “Santa Claus” que contesta todas las peticiones; Él quiere que vayamos a su presencia y lo adoremos, no por lo que puede hacer por nosotros, sino por lo que ya hizo en la cruz: dio su vida por nosotros. Nuestra fe no debe estar basada en si obtenemos respuesta, sino en confiar en Él.

El versículo con el que encabecé esta reflexión, es uno de mis textos preferidos de la Biblia. Pero cuando lo leía, solía interpretarlo de una manera diferente. Pensaba que, si me deleitaba en el Señor, Él me daría lo que yo deseara: una casa mejor, un trabajo diferente, mejores calificaciones en el colegio para mis hijos, es decir, cualquier cosa que deseara. Pero ahora, después de que este versículo se hizo real en mi interior, comenzó a tomar un significado más profundo y entendí que, si me deleito en el Señor, Él me dará los deseos que son suyos. Porque cuando nos deleitamos en oración en su presencia, cambia nuestra perspectiva, y nuestros deseos pasan a ser los de Dios. Queremos hacer su voluntad y que el fruto del Espíritu sea real en nuestras vidas. Pero a veces estamos tan llenos de preocupaciones, aturdidos con tantos problemas que necesitan una respuesta inmediata, que no logramos despojarnos de nuestra lista de peticiones. Hoy deseo motivarte a que clamemos desesperadamente por tener el corazón de Dios. Dedicar un tiempo solo a adorarlo, a pasar tiempo de calidad con Él.

¿Qué te parece si, en esta semana, cambiamos nuestra manera de orar? No presentaremos ninguna petición. Tomaremos como base el “Padre nuestro” en Mateo 6:9-13:

  • Adoración
  • Confesión
  • Acción de gracias


Recuerda, no vamos a presentar ninguna petición. Más adelante podrás agregar las peticiones que hay en tu corazón, pero verás que ya no serán tus deseos o peticiones propias, sino comenzarás a experimentar los deseos del Señor. Él quiere que nuestra oración se convierta en parte vital de nuestras vidas, deseosos de ver su rostro a diario.

Esto me recuerda lo que una vez dijo el evangelista Billy Graham: “Dobla tus rodillas y ora, hasta que tú y Dios sean amigos íntimos”

Oración:
Señor, llévame a un lugar de oración más profundo, donde pueda conocerte y tener tu mente. Ayúdame a confiar en ti, tú eres mi roca, mi lugar seguro. Perdóname por no haber dedicado el tiempo para conocerte más. Estoy deseoso de ver tu rostro, de experimentar tu paz, aunque a mi alrededor se haya desatado una gran tormenta. Sé que Tú eres mi lugar seguro. Amén.

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Liliana Gebel

Liliana Gebel es una reconocida influencer, líder y autora.

Es Asesor en Salud y Nutrición y tiene un Diplomado Plant Based Chef, que la ha ayudado a llevar una vida más saludable. Es también Coach de Vida y ha aplicado...

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