Estamos viviendo tiempos difíciles, el mundo ha cambiado.
Si estás en cuarentena, con tus hijos en casa haciendo deberes, cocinando, triste por el confinamiento, agobiado por no poder salir, pero te sientes bien, no es lo más difícil que hoy tienes que enfrentar. Hay gente en todo el mundo muriendo en sus casas y en hospitales.
El “YO”, ese pronombre en primera persona del singular que nos gusta utilizar tanto a todos: “yo quiero”, “yo no tengo”, “yo no aguanto más en casa”, ha tomado protagonismo ¿No te has puesto a pensar en los miles de infectados que hay en el mundo en este momento? Empecemos a utilizar más el “NOSOTROS”.
Estamos preocupados por la cuarentena pero la realidad es que ya vivíamos aislados antes que todo esto comenzara, pero no nos dábamos cuenta que lo estábamos.
Ahora estamos en cuarentena, aislados, sin contacto físico con el exterior pero por primera vez estamos más unidos que nunca.
Ya no se habla de ideologías políticas; ni de religión; ni de pañuelos verdes, ni celestes (a favor y en contra del aborto en Argentina) ni del lenguaje inclusivo “todes”; ni de pobres, ni ricos; ni de gente común, ni actores de Hollywood; todos estamos iguales ante esta pandemia.
Hoy sólo se habla de esperanza, de unirnos en oraciones virtuales y de darnos aliento entre todos. Es un tiempo para ser introspectivos, reacomodar nuestras prioridades, volver a nuestras bases espirituales. El gran problema para muchos es que cuando miran para adentro, no les gusta lo que ven, cómo están reaccionando en estos momentos de crisis, o en lo que se han convertido a esta altura del partido.
Más que nunca busquemos al Señor, llenemos nuestro depósito espiritual, alimentemos nuestra alma para que al encontrarnos con nosotros mismos, este tiempo ¡haya valido la pena! Si tú estás bien, podrás ayudar a otros, podrás ser bendición para otros.
Quédate en tu casa, eso también tiene que ver con respetar al otro y a los que amas.
¿Vamos a salir de esta pandemia? ¡Por supuesto que sí! Pero la gran pregunta sería: ¿cómo saldremos cuando todo esto termine? ¿más fortalecidos, con convicciones más claras, más cerca que nunca de Dios?
Oro por ustedes.