Lunes 27 de Enero, 2025

El capítulo 6 de Isaías, describe el llamamiento del profeta, y siempre me ha impactado. Cada vez que lo leo, me impresiona el encuentro que Isaías tuvo con la gloria de Dios. Dios se le revela, en un momento especial.

El buen rey Uzías ha muerto, y ahora todo parece que se va a desmoronar. Israel será llevado al cautiverio. Se acabará la prosperidad, llegará un período de depresión y, después, el hambre. Con esta inquietud en su mente, Isaías va al templo. Va al lugar apropiado, al lugar donde podría tener un encuentro con Dios.

En el templo, Isaías descubrió que el verdadero Rey de la nación no estaba muerto. Y dijo: “Vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y la orla de su manto llenaba el templo” (v. 1).

O sea, que Dios estaba en Su trono.

En los momentos difíciles o de incertidumbre, podemos ir a Su presencia y verlo como realmente Él es: Soberano, Consejero, Príncipe de Paz, Poderoso.

Entonces grité: ”¡Ay de mí, que estoy perdido! Soy un hombre de labios impuros y vivo en medio de un pueblo de labios impuros, y mis ojos han visto al Rey, al Señor de los Ejércitos” (v. 5).

En ese momento, Isaías se sintió indigno. La maravillosa visión que tenía ante sus ojos le reveló su condición. Cuando pudo contemplar a Dios, pudo también verse a sí mismo. Cuando vamos a Su presencia, nos damos cuenta de que necesitamos de Él y que nunca podremos cumplir nuestro propósito con nuestras propias fuerzas.

“Entonces voló hacia mí uno de los serafines. Traía en la mano una brasa que, con unas tenazas, había tomado del altar, y me dijo: ‘Mira, esto ha tocado tus labios; tu maldad ha sido borrada y tu pecado, perdonado’” (vv. 6-7).

Un serafín tocó sus labios con un carbón encendido del altar, y fue limpio. Este carbón encendido, para nosotros, representa la sangre de Cristo derramada en la cruz, que sigue limpiándonos de todo pecado.

“Entonces oí la voz del Señor que decía: ‘¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros?’ Y respondí: ‘Aquí estoy. ¡Envíame a mí!’” (Isaías 6:8, NVI).

Esa es mi oración constante: ser sensible al llamado de Dios. Estar dispuesto a ir por los necesitados y cumplir el ministerio que me fue encomendado.

Te invito a que reflexiones sobre el propósito que Dios tiene para tu vida. Él te está llamando, pero a veces, la vida nos abruma de tal manera, que ponemos en pausa nuestro llamado. Ve a Su presencia, como hizo Isaías, y Él hará el resto. Te dará una revelación, te purificará y te dará un llamado. Dios estará contigo en cada paso.

Oración
Señor, gracias por mostrarte en gloria en cada momento de mi día. Tú eres suficiente en mi vida, y sé que tu gracia me purifica y capacita. Ayúdame a buscarte, a aprender a escuchar tu voz y a responder con un corazón dispuesto. Perdóname por poner otras cosas en el lugar que te corresponde y por haber postergado mi llamado. Muchas veces me he distraído con la cotidianidad o las circunstancias a mi alrededor. Pero hoy te respondo: ¡Aquí estoy! ¡Envíame a mí!

En tu poderoso nombre, amén.

Compartir

Liliana Gebel

Liliana Gebel es una reconocida influencer, líder y autora.

Es Asesor en Salud y Nutrición y tiene un Diplomado Plant Based Chef, que la ha ayudado a llevar una vida más saludable. Es también Coach de Vida y ha aplicado...

Leer más