Lunes 21 de Julio, 2025
Cuando leemos Génesis 21:1-19, vemos que, una vez más, las personas que debían cuidar a Agar y a su hijo Ismael no lo hicieron. Esta vez, la esclava no huye, sino que se ve obligada a irse.
Abraham, a quien Dios ya le había cambiado el nombre, le da pan y agua para el camino. Sin embargo, en Génesis 13:2 dice que Abraham era rico en ganado, plata y oro. Podría haberle dado algo más… pero no lo hizo. Suena injusto, ¿verdad?
Lo único que parecía corresponderle a Ismael, por ser hijo del patriarca, era pan y agua. Pero, una vez en el desierto y con el correr de los días, las provisiones se agotan. Entonces Agar pone al muchacho debajo de un arbusto y se sienta a cierta distancia, lo suficientemente lejos como para no verlo morir por falta de agua y alimento. El muchacho comienza a llorar desconsoladamente. Entonces el ángel de Jehová le dice: “¿Qué te pasa, Agar? No temas, pues Dios ha escuchado los sollozos del muchacho allí donde está. Levántate y tómalo de la mano, que yo haré de él una gran nación” (vv. 17-18). En ese momento, Dios abrió los ojos de Agar. Ella vio un pozo de agua, llenó su recipiente y dio de beber al muchacho (v. 19).
A pesar de su circunstancia extrema, Dios no se había olvidado de Agar. Aún la veía. Esta vez, ella no estaba en el desierto porque huía; estaba allí porque la habían arrojado. Es probable que tú también te encuentres ahora mismo en un desierto. Y no estás allí porque hayas huido, sino porque una persona o una situación te lanzó a ese lugar. Pero hoy es el día de abrir tus ojos espirituales.
Te sugiero que escribas estas preguntas en una hoja o libreta, y las respondas con sinceridad:
En medio de tu desierto, de la opresión, de tus sentimientos de soledad, Dios te pregunta:
¿Qué te pasa…? [menciona tu nombre]
Ahora Dios abre tus ojos espirituales:
¿Qué ves…? [menciona tu nombre]
Tal vez ahora puedes ver su amor, su provisión, su compañía. La misma naturaleza te recuerda la inmensidad de su presencia. Dios ha estado en cada desierto que nos ha tocado vivir. El devocional de hoy, es una manera práctica de experimentar a Dios de una forma distinta.
No nos lamentemos por los desiertos. Es el momento para reforzar nuestra confianza en Dios, recordando que Él es nuestro:
Refugio
Fortaleza
Castillo fuerte
Guía
Esperanza… (y puedes continúa la lista).
Contemplemos a Dios obrando en el desierto. Él no nos ha dejado. Pidámosle que abra nuestros ojos para ver su provisión.
Oración
Señor, gracias por estar conmigo en el desierto árido que me toca atravesar. Abre mis ojos espirituales para verte a ti, el Pan de Vida y el Agua vivificadora. Ayúdame a confiar más en ti y, aunque mis circunstancias no cambien, tendré esperanza y la plena convicción de que me ves, y de que mi vida está en tus manos.
En tu nombre, amén.