Lunes 03 de Marzo, 2025

A diario tenemos miles de pensamientos que condicionan nuestra conducta. Muchas veces nos ponemos tristes pensando en nuestras circunstancias o en algo que podría sucedernos en el futuro. Si alguien nos dijera que no estemos tristes o que no nos preocupemos, probablemente no lograría nada, ya que nuestros pensamientos suelen llevarnos hacia una espiral descendente y sin sentido que solo genera ansiedad y frustración.

Pero, ¿cómo detener esos pensamientos que fluyen sin control en nuestra mente? Las emociones no son ni buenas ni malas; fuimos creados con ellas. Pero cuando estas emociones surgen descontroladamente, nos están diciendo algo: tal vez haya un tema subyacente al que debemos prestarle atención. Las emociones, son el resultado de la forma en que pensamos o procesamos lo que nos sucede. En Romanos 12:2, Pablo nos dice que seamos transformados por medio de la renovación de nuestra mente. Es una pauta clara que nos indica que, con la ayuda de Dios, podemos cambiar y detener esos pensamientos obsesivos que aumentan nuestra ansiedad, para comenzar a depender más de Él.

Hoy en día existe una corriente muy fuerte en la iglesia, que sostiene que nosotros, como cristianos, no debemos hacer nada para mantener nuestra santidad, porque Dios, por su gracia, lo hace todo. No estoy hablando aquí sobre nuestra salvación, que es un regalo inmerecido, ni de mantenernos santos por mérito propio, sino de cómo llevamos adelante nuestra vida cristiana. Yo creo firmemente en la gracia de Dios, pero también creo que cada uno de nosotros, con Su ayuda, puede tomar cada día las decisiones correctas para acercarnos más a nuestro Padre, tener una relación íntima con Jesús y ser llenos del Espíritu Santo.

Veamos algunos versículos que hablan sobre nuestra responsabilidad; obviamente, no podremos cumplirlos con nuestras propias fuerzas, sino únicamente con la ayuda de Dios, pero implican tomar una decisión:

• «Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida». (Proverbios 4:23)

• «Como tenemos estas promesas, queridos hermanos, purifiquémonos de todo lo que contamina el cuerpo y el espíritu, para completar en el temor de Dios la obra de nuestra santificación». (2 Corintios 7:1)

• «Por eso yo, que estoy preso por la causa del Señor, les ruego que vivan de una manera digna (conducta diaria) del llamamiento que han recibido (la salvación), siempre humildes y amables, pacientes, tolerantes unos con otros en amor». (Efesios 4:1-2)

• «Por lo tanto, pónganse toda la armadura de Dios, para que cuando llegue el día malo puedan resistir hasta el fin con firmeza. Manténganse firmes, ceñidos con el cinturón de la verdad, protegidos por la coraza de justicia y calzados con la disposición de proclamar el evangelio de la paz. Además de todo esto, tomen el escudo de la fe, con el cual pueden apagar todas las flechas encendidas del maligno. Tomen el casco de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios». (Efesios 6:13-17)

• «No se preocupen por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias». (Filipenses 4:6)

• «Esfuérzate por presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse y que interpreta rectamente la palabra de verdad». (2 Timoteo 2:15)

• «Para que vivan de manera digna del Señor, agradándole en todo. Esto implica dar fruto en toda buena obra y crecer en el conocimiento de Dios». (Colosenses 1:10)

No podemos ser más santos por nuestro esfuerzo, pero sí podemos crecer cada día, permitiendo que Cristo se revele en nuestras vidas de manera maravillosa. Quizás el año pasado nos costaba confiar en que Dios tenía todo bajo control, pero hoy podemos darnos cuenta de cuánto hemos crecido en este aspecto, muriendo cada día más a los deseos de la carne y no dejándonos dominar por ella.

Entonces, ¿cómo podemos transformar nuestra mente? Dios puede ayudarnos a interrumpir esos pensamientos negativos y obsesivos que nos llevan a la tristeza y ansiedad. Y cuando somos llenos del Espíritu Santo, Él:

• Nos ayuda a orar como conviene. (Romanos 8:26 a)

• Nos enseña. (Juan 14:26)

• Nos guía a toda verdad. (Juan 16:13)

• Intercede por nosotros. (Romanos 8:26 b)

• Nos renueva. (Tito 3:5)

Como dice 2 Corintios 3:18: «Pero todos nosotros, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu».

El Espíritu Santo nos ayudará para que, en lugar de ansiedad, angustia y frustración, tengamos el fruto del Espíritu, como dice Gálatas 5:22-25: «En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas. Los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si el Espíritu nos da vida, andemos guiados por el Espíritu».

Podemos dejar de ser víctimas de nuestros pensamientos interrumpiéndolos con la ayuda del Señor. Cada vez que aparezca un pensamiento intrusivo, podemos hacer el siguiente ejercicio:

● Desafía ese pensamiento preguntándote: ¿esto es verdad?
● Y si no es verdad, reemplázalo inmediatamente con la VERDAD de Dios.

Oración
Gracias, Señor, porque me diste la capacidad de cambiar y hacerlo con tu ayuda. Cuando sienta que mis pensamientos son incontrolables, guíame hacia toda verdad. Revélame las mentiras que he estado creyendo y ayúdame a buscar la VERDAD que me hace libre. En tu poderoso nombre, amén.

PD: Te motivo a buscar todos los versículos y meditar en ellos; será de gran ayuda y crecimiento en los momentos más difíciles.

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Liliana Gebel

Liliana Gebel es una reconocida influencer, líder y autora.

Es Asesor en Salud y Nutrición y tiene un Diplomado Plant Based Chef, que la ha ayudado a llevar una vida más saludable. Es también Coach de Vida y ha aplicado...

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