Lunes 26 de Mayo, 2025

En la actualidad, si miramos a nuestro alrededor, incluso en las predicaciones que se dan en ciertas iglesias, vemos que se ha sustituido la búsqueda de Dios por la búsqueda del yo. Pareciera que amarse a uno mismo, es la virtud más importante a la que deberíamos aspirar para alcanzar la plenitud.

En la Biblia, leemos que debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, y eso es algo muy valioso, ya que estamos aceptando la nueva identidad de ser hechos sus hijos, y ya no más esclavos del pecado. Por esa razón, los cristianos deberíamos ser el pueblo más gozoso sobre la tierra, ya que no solo Cristo murió por nuestros pecados, sino que tenemos vida eterna. Sabemos que nuestro futuro está asegurado; tenemos al Padre, que siempre está con nosotros; ningún cabello de nuestra cabeza se cae sin que Él lo sepa; el Espíritu Santo es nuestro consolador; y tenemos sus promesas, que podemos leer a diario en la Biblia.

Sin embargo, lo único que parece preocuparnos es el deseo de aliviar el sufrimiento: que la crisis que estamos viviendo pase pronto, que nuestro yo se sienta feliz, porque la vida nos sonríe y todas nuestras necesidades están cubiertas. Lo único que realmente debería importarnos es conocer cada día más la naturaleza de Dios: su amor, sus atributos, su misericordia, su gracia, independientemente de las circunstancias que estemos atravesando. Pero nos ha resultado más importante, el hecho de sentirnos mejor que encontrarnos con Dios.

La fe cristiana no radica en nosotros, sino en Dios, en lo que Él hizo por nosotros. Dios no tiene por qué contestar todas nuestras peticiones, ya que muchas de ellas, están motivadas por el egoísmo, la manipulación, el orgullo, etc. En 1 Juan 5:14 leemos: “Esta es la confianza que tenemos al acercarnos a Dios: que, si pedimos cualquier cosa conforme a su voluntad, él nos oye”. La palabra clave es: pedir conforme a su voluntad y para ello, debemos conocer su Palabra y tener una relación con Él. Por supuesto que Dios se preocupa por nuestras heridas. Él desea que disfrutemos de nuestra nueva identidad en Cristo, al saber que somos perdonados, amados y muy valiosos. Pero también quiere llevarnos a una relación profunda con Él, porque cuando lo conocemos y entendemos quién es Él, también entendemos quiénes somos, por qué estamos aquí y hacia dónde vamos.

Analizando mi caminar cristiano, me he dado cuenta de que he aprendido mucho más en las temporadas de crisis que en los momentos en que todo iba bien. Fue en esas etapas donde me di cuenta, cómo estaban realmente mis prioridades, que tal vez no eran tan firmes como yo creía; que mi confianza en Dios no era tal, ya que confiaba más en mis capacidades que en Él; que no podía controlar mis pensamientos, porque se tornaban negativos y me convencían que nunca saldría de esa tormenta.

Puedes estar atravesando la etapa más oscura de tu vida, pero no te detengas a medir cuán alto es el obstáculo ni si podrás superarlo. Solo ordena a tu alma bendecir al Señor, como nos enseña David en el Salmo 103:1: “Bendice, alma mía, al Señor, y bendiga todo mi ser su santo nombre”. No estás en esta crisis por lo que sucedió o por lo que alguien te hizo; estás en esa oscuridad por la manera en que estás viendo tus circunstancias. Estás usando tu lente y no el de Dios. La crisis que estás viviendo es una oportunidad para cambiar ese paradigma y formatear tu mente. Que pasar tiempo con Dios sea nuestro mayor anhelo cada día.

Oración
Querido Señor, me acerco a ti para orar por todas las personas que están en medio del sufrimiento. Que cada uno de ellos pueda experimentar una maravillosa comunión contigo y ser lleno de tu Espíritu Santo. Y aunque sus circunstancias no cambien, que ellos puedan ser transformados por el poder de tu presencia. En tu precioso nombre, amén.

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Liliana Gebel

Liliana Gebel es una reconocida influencer, líder y autora.

Es Asesor en Salud y Nutrición y tiene un Diplomado Plant Based Chef, que la ha ayudado a llevar una vida más saludable. Es también Coach de Vida y ha aplicado...

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