Lunes 14 de Abril, 2025
Muchas veces pasamos momentos difíciles en nuestras vidas. Analizamos y sentimos que estamos haciendo lo correcto, pero aun así las cosas comienzan a salir diferentes a como esperábamos y todo parece ir en picada. Nuestra naturaleza siempre tiende a la rebeldía, el enojo, los celos y la contienda; pero cuando Jesús llega, todo cambia y experimentamos una transformación en nuestras vidas.
Pero, ¿qué pasa cuando las pruebas aparecen y nos cuesta mantener nuestra mente enfocada en los cielos? Las promesas que antes nos ayudaban a mantenernos firmes, ahora parecen solo palabras sin sentido. ¿Cómo gozarnos cuando los problemas nos agobian y vemos que los desiertos siguen ahí? Necesitamos su presencia a diario, necesitamos su Espíritu Santo.
En Génesis 37 vemos cómo se va desarrollando la historia de José. Desde la perspectiva humana, José iba de mal en peor, pero a los ojos de Dios, él iba creciendo y acercándose más al propósito y la misión que Dios le había preparado. A pesar de las duras circunstancias, José no se desanimó; siguió confiando en Dios. ¿Cómo sabemos esto? Porque en Génesis 50:20 José les dice a sus hermanos: “Es verdad que ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios transformó ese mal en bien…” (NVI).
La verdad es que nuestra naturaleza siempre se resiste a hacer Su voluntad, pero como leemos en Filipenses 2:13: “Pues Dios es quien produce en ustedes tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad”. Entonces, no tenemos que preocuparnos, el Señor es quien nos da la fuerza para hacer su voluntad; solo tenemos que buscar ser llenos de Su presencia. Cuando vayamos a Él, pidámosle que su Espíritu Santo nos consuele y guíe. Podemos estar desanimados o tristes, pero nunca destruidos ni abandonados, porque Su presencia está con nosotros. No importa cuánto conocimiento tengas acerca de Dios, sino cuánto de Su Espíritu hay en nuestras vidas. Si somos llenos de Su Espíritu, produciremos frutos, comenzaremos a descansar más en Él, aunque las circunstancias sean adversas y experimentaremos paz. No leemos la Biblia para conocer simplemente historias, como la de José; la leemos para conocer más al Dios de José.
Los años difíciles de desierto que tuve que atravesar en mi vida, aquellos tiempos silenciosos en los que parecía que el cielo estaba cerrado para mí, fueron muy duros de sobrellevar. Pero al mismo tiempo fueron experiencias maravillosas, porque Dios estaba tratando con mi corazón, mi mente y mi orgullo. Fue ahí donde aprendí a esperar en Él y, a pesar de sentirme abatida, aprendí a mirar al cielo, apartarme en Su presencia y elevar una oración hacia Él.
Dios está preparando tu vida, está yendo a lo más profundo de tu alma porque tiene un plan para tu vida y tu familia. Pero recuerda que, en los momentos de soledad, cuando sientes que todos se olvidaron de ti, el Señor está cerca, capacitándote. Cuando el Espíritu se mueve en una vida, la cobardía se va, la timidez se va, los lugares secos florecen y las Escrituras cobran vida.
No te aferres a razonamientos humanos, ni a seguir ciertas acciones para ver los resultados que esperas. Acepta la invitación que hoy Dios te está haciendo:
Justo ahora, en medio de un futuro desconocido, de la soledad y del desarrollo de circunstancias que no puedes entender, allí el Señor te está esperando.
Siempre me conmovieron las palabras de Lucas 2:19: “María, por su parte, guardaba todas estas cosas en su corazón y meditaba acerca de ellas”. Cuando ella era confrontada con circunstancias que no entendía, atesoraba esas experiencias en su corazón y meditaba con frecuencia en ellas, como dice la versión NTV.
Por último, quiero compartirte esta imagen, que representa un Gráfico Estadístico, que se utiliza para analizar y comprender la información. En la figura 1 podemos ver representado, cómo nosotros percibimos las circunstancias adversas, los problemas y nuestras crisis. Sentimos que las cosas, se complican.
Pero si invertimos el gráfico como en la figura 2, vemos la estadística de Dios: cada problema y crisis que enfrentamos, nos acerca más a Él.

Oración:
Señor, en mi incertidumbre ayúdame a poner mi confianza en ti. Quiero ir a Tu presencia sin pedirte nada, solo ser lleno de Tu Espíritu Santo. Sé que, si busco Tu presencia, todo lo demás me lo darás en su debido tiempo. Esta semana quiero comprometerme a pasar tiempo en Tu presencia; enséñame a escuchar, quiero ser lleno de Tu Espíritu Santo. En Tu nombre, amén.