Lunes 24 de Febrero, 2025
En nuestra cultura cristiana, está muy arraigado que Dios es amor, es bueno y misericordioso; cuando me bendice y las cosas me van bien. Sin embargo, no hemos comprendido del todo, el significado del amor de Dios y su bondad hacia nosotros, los humanos. Dios es amor porque esa es su esencia, y dio a su hijo por amor. Su amor y bondad consisten en haberse dado a sí mismo por nosotros, y ahora tenemos la oportunidad de estar a una oración de distancia de su misma presencia, contando con el acceso libre a su trono. Su amor no se demuestra porque me da cosas, sino porque recibimos su persona, a Jesús mismo en nuestras vidas.
Jesús pudo soportar la muerte en la cruz, por amor a nosotros, para que pudiéramos conocer al Padre. En Juan 17:25-26 podemos ver cómo oró: “Padre justo, aunque el mundo no te conoce, yo sí te conozco y estos reconocen que tú me enviaste. Yo les he dado a conocer tu nombre y seguiré haciéndolo, para que el amor con que me has amado esté en ellos y yo mismo esté en ellos”. Sin ese sacrificio en la cruz, nunca hubiéramos tenido una relación tan personal con nuestro Padre celestial. En Colosenses 1:25-27 leemos: “De esto llegué a ser servidor según el plan que Dios me encomendó para ustedes: dar cumplimiento a la palabra de Dios, anunciando el misterio que se ha mantenido oculto por siglos y generaciones, pero que ahora se ha manifestado a su pueblo santo. A éstos, Dios se propuso dar a conocer cuál es la gloriosa riqueza de este misterio entre las naciones, que es Cristo en ustedes, la esperanza de gloria”.
Ese misterio escondido es “Cristo en nosotros”. Tenemos el privilegio de tener no solo acceso a su presencia, sino que el creador viva en nosotros. Jesús no solo quiere vivir en nosotros, sino capacitarnos para caminar nuestra vida cristiana de una manera renovada, día tras día, y que podamos ser transformados a diario y deleitarnos en su vida en nosotros. Vale la pena dedicar un tiempo de nuestro día para pasar tiempo en su presencia, orando y leyendo la Biblia, para que Dios ilumine nuestros pasos. Como dice la Biblia en Salmo 119:105 “Tu palabra es una lámpara a mis pies; es una luz en mi sendero”.
Dios quiere que sometamos nuestra vida a su señorío y, sabiendo que no iba a ser fácil, envió a su hijo para que nos diera libre acceso a su presencia. Jesús vive en nosotros e intercede al Padre por nosotros y, como si eso fuera poco, nos dio al Espíritu Santo como nuestro consolador. Dios quiere tener una familia, quiere ser nuestro padre y que honremos a diario tan hermoso sacrificio.
Oración
Señor, que tu vida comience a fluir en mi interior como ríos de agua viva, que mi vida te refleje a ti, que pueda ser un buen representante de tu amor y bondad y reflejar esa vida en las personas que me rodean. Ayúdame a rendir mi vida, corazón y mente, cada día a tu señorío. Y enséñame a ser humilde y obediente, a no ser orgulloso, y que tu vida sea reflejada en mí. En tu nombre, amén.