Lunes 16 de Diciembre, 2024
Cuando leía la historia del pueblo de Israel, pensaba: “Qué pueblo tan ingrato y desobediente. ¿Cómo es posible que después de ser testigos visibles de la poderosa gloria de Dios y presenciar milagros extraordinarios, se volvieran a sus viejas y malas costumbres, adorando a otros dioses y siendo necios en su propia opinión?” Pero a lo largo de mis años de caminar con el Señor, me he visto muchas veces en la misma situación, actuando como ellos.
He escuchado a muchas personas decir que alguien es emocional, cuando es muy sensible y siempre está llorando, pero no es así. Esa clase de personas suelen ser muy sentimentales; tienen sus emociones a flor de piel. Sin embargo, las personas que se viven quejando, que se enojan fácilmente, que pareciera que todo les molesta, son personas emocionales. Se dejan llevar por ellas.
El pueblo de Israel respondía a sus problemas de manera emocional. Cuando les iba bien, alababan a Dios; cuando las cosas salían mal, comenzaban a quejarse, a hacerse otros dioses, a querer volver a Egipto y vivir en esclavitud. Simplemente, no podían ver la evidencia de un Dios real que estaba con ellos, que los cuidaba y los dirigía. Eran emocionales, reaccionaban ante las circunstancias.
En muchas ocasiones, el pueblo fue terco y le dio la espalda a Dios, pero también hay muchas historias que tienen que ver con la determinación y confianza que ellos tuvieron en Dios y en su líder Moisés. Éxodo 17:8-16 nos relata la historia cuando el pueblo de Israel tuvo que enfrentarse en guerra con Amalec. Mientras enfrentaban al enemigo, Moisés subió a la cumbre de una colina junto a Aarón y Hur. Y sucedió que cuando Moisés levantaba los brazos, Israel prevalecía contra los amalecitas y cuando dejaba caer sus brazos, prevalecía Amalec (v. 11). Así que sus ayudantes, mantenían sus brazos en alto hasta que Israel salió victorioso. Ver a su líder allí, en la cima de la colina, levantando sus manos, era más que la intercesión de Moisés por ellos; era una demostración de parte del pueblo que ellos tenían que depender absolutamente de Dios para obtener la victoria. No debían depender de sus propias fuerzas.
Las emociones no son malas ni buenas; son emociones al fin. Cuando salen, son como alertas de lo que realmente hay en nuestro interior. Si eres de los que reaccionan mal a todo, muy molesto o quejoso, hay algo en tu interior que necesita que tomes atención. Si ante la mínima circunstancia eres de los que siempre reaccionan y se preocupan en gran manera, tal vez detrás de “quiero que todo salga muy bien” o “tengo mi vida muy bien organizada”, no eres la persona tan competente que piensas que eres, sino una persona que necesita controlar todo a su alrededor, porque en realidad siente una gran inseguridad. Podría darte muchos ejemplos más y largos etcéteras, de situaciones en las que crees que estás dependiendo de Dios, pero en realidad estás reaccionando a las circunstancias.
En los últimos días, haciendo una autoevaluación, me he dado cuenta que cualquiera puede aprender nuevas habilidades, un nuevo idioma, nuevas cosas, si le dedica tiempo y práctica. Pero no muchos pueden “desaprender” lo que durante tantos años han venido haciendo. Para ello es necesario una introspección, una búsqueda intencional de pasar tiempo con el Señor, para que te muestre lo que necesitas cambiar. Es más fácil mirar a tu alrededor y señalar las cosas que los demás tienen que cambiar, o quejarte de lo mal que te han tratado. Desaprender es doloroso, porque solo quedas tú y el Señor; ya no hay nadie más a quien culpar o hacer responsable.
He hecho muchas veces esa autoevaluación y he decidido ser agradecida por todos estos años que el Señor me ha dado. He vivido pérdidas y ganancias; tristezas y alegrías; caminos empinados y caminos fáciles de transitar, pero he aprendido a gozarme en el Señor, porque mi estado de ánimo no depende de mis circunstancias, sino de saber que Dios me ama, tengo vida eterna, y Él camina a mi lado, tomándome de la mano.
PD: El título de este devocional, no se trata de una nueva edición del Super Bowl, ni una marca de perfume; es solo gratitud a mi Señor (mensaje encriptado, solo para entendidos)
Moisés edificó un altar y lo llamó “El Señor es mi estandarte”. Éxodo 17:15a (NVI)
Oración
Señor, ayúdame a poner mis ojos en ti, sin importar lo que tenga que enfrentar, porque sé que tu respuesta será que permanezca en tu amor. Ayúdame a no ser tan emocional y reaccionar a mis circunstancias, sino a saber que Tú estás conmigo. Confío en que mi mayor obstáculo será mi mayor testimonio. En tu poderoso nombre, amén.